Estamos viviendo un momento delicado. Aislados, confinados, sin poder tener contacto físico con nadie, sin poder salir a ningún sitio… Este estado de alarma en el que está España y muchos otros países en el mundo, cerrando sus fronteras y con todo tipo de restricciones, está siendo una situación fuera de lo normal, sin duda. Los profesionales de la salud llevamos varios días dando trucos para hacer más llevadero el estar en casa. Y, también, estamos haciendo todo lo posible por ofrecer nuestra ayuda para quien necesite hablar con alguien. Y aún con todo, estamos en estado de alarma.
No me refiero al estado de alarma en que el está el país solamente, me refiero al estado mental y emocional en el que me encuentro a mucha gente. Personas que están con la ansiedad por las nubes, que están súper preocupadas por qué va a pasar y por el contagio, o que no pueden dormir y comen de más para calmarse. Las preocupaciones están constantemente presentes. Los niveles de estrés son altísimos y el miedo es tan intenso que no lo podemos controlar. Esto es, en mi opinión, lo peor de todo este aislamiento.
Yo pasé por mi pico de ansiedad hace seis días. Llevaba días en los que me costaba descansar, me costaba respirar y me sentía agobiada por todo y en todas partes. Conseguí calmarme meditando, dibujando y haciéndome una rutina diaria para seguir teniendo cierto orden mental. Así conseguí controlar mi ansiedad y rebajarla. Pero conozco muchas personas que no son capaces de hacer esto y no era capaz de entender por qué. Y entonces me acordé del síndrome de las vacaciones.
Cuando estamos en mil cosas a la vez, inmersas en nuestras rutinas y metidas en la vorágine del hacer-hacer-hacer, de repente, nos vamos de vacaciones con nuestra pareja. Esa pareja a la que hemos visto y atendido lo rigurosamente necesario y de golpe, con la que tenemos que estar casi todo el tiempo. Y como no sabemos ya cómo estar juntos, discutimos todo el rato. Creo que es lo mismo que está pasando ahora. Llevamos tanto tiempo metidas en nuestras ocupadas vidas que cuando tenemos que pasar tiempo a solas, no sabemos cómo hacerlo.
Parece que nos da miedo pasar tiempo con nosotras mismas. Pero, ahora que no podemos movernos mucho, es un momento excelente para auto-descubrirse de nuevo. Para hacerse preguntas que a lo mejor llevas tiempo sin plantearte:
- ¿Quién crees que eres?
- ¿Cómo eres?
- ¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta?
- ¿Cuáles son tus sueños?
- ¿Hay cosas en tu vida que no quieres hacer más? ¿Y otras a las que quieres dar más tiempo?
Reflexionar sobre ti, sobre tus emociones, pensamientos y comportamientos, sobre tu vida y lo que quieres hacer con ella es un ejercicio para el que tendríamos que tener tiempo siempre. Así que, aprovecha aquí y ahora. Respóndete esas preguntas, sin prisas y con toda la honestidad y autocompasión. Este auto-descubrimiento es para ti, sólo para ti. Para tu crecimiento y desarrollo personal. Para que cuando acabe la cuarentena, vuelvas a la calle en un estado de calma, no de alarma. ¿Hablamos?