El blog de esta semana es tanto para los que estamos esperando un bebé como para los que ni se lo plantean. Vamos a reflexionar un poco sobre la importancia de hacer la famosa pregunta «¿es niño o niña?» a los futuros padres. Porque esta es, con diferencia, la pregunta que más me están haciendo con el embarazo y hay algunos aspectos que no solemos tener en cuenta al hacer esta pregunta. Ahí vamos.

«¿Es niña o niño?» es la pregunta por antonomasia. Y lo es por dos razones. La primera, tiene una función puramente instintiva y social. Como mamíferos, tenemos que cuidar de nuestras crías, de nuestros cachorros. Y, cuando estamos esperando a que nazca, hacernos una idea de cómo va a ser ese bebé, incluyendo el sexo biológico, nos acerca más a ese instinto protector.

La segunda razón, tiene más que ver con el funcionamiento social. En la sociedad en la que vivimos, el mundo de los bebés se reduce en niño y/o en niña. Es decir, en tener cosas de niño y cosas de niña, que suelen ser excluyentes entre sí. Las «cosas de niños» son azules o de tonos oscuros, con estampados de dinosaurios y coches y pelotas de deporte. Las «cosas de niñas» son rosas y de tonos más claros, con estampados de princesas y unicornios y muñecas con purpurina. Esta distinción es clara y definida, aún en el 2020. Es una manera de determinar cómo debemos educar y criar al bebé en función de lo que tiene entre las piernas. Y, por supuesto, ni se te ocurra mezclar las «cosas de niño» y las «cosas de niña». Cada uno tiene lo suyo y punto.

Sin embargo, el «¿es niña o niño?» es una pregunta mamporrera, tiene trampa. Si como madre no quiero saber el sexo de mi bebé porque me da absolutamente igual o sé cuál es su sexo pero no lo quiero compartir, me enfrento a los reproches de las personas cercanas que consideran una aberración que no les diga qué es el bebé. Como si el que nazca niño o niña, fuera a condicionar cómo va a ser el carácter de mi bebé. Como si el mundo se dividiera sólo en dos colores y en dos maneras de funcionar. Esos reproches son muy molestos y desagradables porque el sexo de una persona es algo privado e íntimo. ¿O a ti se te ocurre irle preguntando a la gente eso de «eres niña o niño»?

Por otra parte, «¿es niña o niño?», cuando te da totalmente igual la respuesta, parece que los demás se ofenden porque te dé igual. Cuando, realmente, no importa en absoluto. Lo que importa es la crianza, cómo educas a ese Ser, qué valores le inculcas, si vive rodeado de amor, si tiene sus límites, etc. Lo que es importante, de verdad, poco o nada tiene que ver con que sea de un sexo u otro. Que se siga considerando su sexo biológico como algo relevante, es un signo más de que aún tenemos mucho trabajo por hacer en materia de igualdad.

Si no sabes qué preguntar a una embarazada, pregúntala simplemente «¿cómo estás, cómo te encuentras?». Incluso puedes no preguntarla sobre el embarazo si no te sale, no es obligatorio hablar de eso con una persona que habla todo el día de su tripa. Y, si quieres preguntar directamente sobre el bebé, pregunta «¿qué tal va el bebé?». Cuidar las palabras que usas contigo es muy importante, siempre. Para una embarazada, con las emociones a flor de piel, más. Pero de esto te hablaré más en otra entrada de blog. ¿Hablamos?

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