Habla chucho que ahora te escucho

En la anterior entrada te expliqué qué era el diálogo interno y por qué es importante lo que nos decimos. Pues bien, en esta entrada encontrarás algunos tips para comenzar a cambiar aquellos comentarios de ti que no te gustan. Pero antes, vamos a identificar 4 maneras de hablarse a uno mismo y cada una tiene su truquillo perverso con el que nos hacen daño:

  1. Manera idealizadora, o lo que es lo mismo, hablarnos creyendo que somos dioses. Ejemplo, «soy el/la mejor, nada me puede salir mal». Su truco perverso es hacernos creer que somos omnipotentes, olvidando que las cosas pueden salir mal y no dejándonos aceptar el fracaso en algo.
  2. Manera súper positiva, como si fuéramos en modo flower power todo el rato. Ejemplo, «todo es súper bonito, hasta esa bolsa de basura de la acera». El truco perverso consiste en ver el mundo con unas gafas de cristal rosa. No vemos el mundo tal cual es, así que no podemos aceptar ni las emociones ni los comportamientos negativos.
  3. Manera catastrofista, con la típica nube encima de cabeza mientras andamos. Ejemplo, «todo es muy triste, todo va a salir mal, no sé ni para qué lo intento». Su truco malévolo es que no nos deja margen de esperanza y, por tanto, tampoco de mejorar.
  4. Manera súper negativa, o lo que es igual, creernos un cúmulo de defectos con patas. Ejemplo, «con lo desastre y torpe y desgarbada y miope que soy, cómo me va a ir bien». El truco perverso que utiliza es infravalorarte constantemente, sin que haya lugar para algo bueno y positivo.

¿Te sientes identificado/a con alguna? Tranqui, es normal. Todos tenemos una en la que nos vemos más. ¡Pero que no te dé bajón, hay formas de cambiarlo! Aquí van unos trucos.

Tip 1. Deshazte de lo que no es tuyo.

Escucha con atención cuáles son las frases que te dices. ¿Te suena habérselas escuchado a alguien cercano? ¿A tu padre / madre/ abuelo/ hermana? Muchas veces nuestro diálogo interno viene de lo que aprendemos a nuestro alrededor. ¿Para qué me sirve saber si lo que me digo yo lo decía mi padre? Para poner consciencia a algo muy importante: que ese comentario no es tuyo. ¡Lo has aprendido de otra persona! Así que puedes devolvérselo. Cambiará mucho tu manera de hablarte si eliges qué comentarios de los demás te quedas y cuáles no.

Tip 2. Cambia tus frases internas.

Escribe las palabras o frases que te dices en un cuaderno y busca la forma de reformularlas. Por ejemplo, a mi frase de «soy un desastre» que comenté en la entrada anterior, podría reformularla como «no tengo experiencia para hacerlo igual que en la foto» o «esto de hacer tartas no lo controlo tanto, pero voy a hacer lo mejor que pueda». La idea es reformular la frase para que sea positiva para ti.

Tip 3. Trátate con compasión.

No importa cuál sea nuestra manera de hablarnos, todas pecan de lo mismo: dureza. Son maneras muy exigentes que dejan poco espacio para la compasión y el cuidado, porque la mayoría son imperativos. «Eres un desastre» o «Eres el mejor» son imperativos, es decir, o eres el mejor o eres el peor. No hay puntos intermedios ni grises. Pero si te paras cada vez que te dices algo así y piensas cómo suavizar poco a poco las frases que te dices, te tratarás con más benevolencia, con más autocompasión. Por ejemplo, en vez de decirte eso de «eres un desastre», puedes decirte «eres poco habilidoso con esto». Tratarse con amor a uno mismo es muy importante para poder estar bien.

Tip 4. Busca ayuda.

La imagen que nosotros tenemos de nosotros mismos a veces no concuerda con la que tienen los demás. Por eso, no está de más preguntar. Si yo creo que soy un desastre pero no lo contrasto, no podré dudar de si es cierto o no. Además, también puedes buscar ayuda para cambiar tus frases si a ti no se te ocurre ninguna alternativa. Dos cabezas siempre piensan más que una.

Cambiar el diálogo interno es de los retos más grandes en terapia, pero también uno de los que produce cambios radicales. Espero que uses estos tips y recuerda compartirmelo por redes o en mi web.

Y recuerda, lo estás haciendo bien. ¿Hablamos?

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