En mi consulta me gusta preguntarle a mis clientes sobre cómo entienden que es la vida. Siempre pregunto, «Si te digo para mí la vida es… ¿cómo terminas la frase?» y todavía me sorprende muchísimo la cantidad de gente que me responde «sufrimiento». «La vida es sufrimiento». Parece casi un mantra para muchas personas. Y, en parte, tiene sentido, pero por otra parte, es una limitación enorme.
Desde nuestra cultura judeocristiana, en la que el sufrimiento es la herramienta que nos lleva al cielo y al paraíso, es normal que asociemos la vida y el sufrir como una pareja inseparable. En países como España, Alemania o Reino Unido, por ejemplo, también influye el hecho de haber vivido guerras muy crudas y en las que se ha sufrido muchísimo. Esto hace que tengamos metido en el ADN eso de que vivir y sufrir son sinónimos.
Así, nos vemos a nosotras mismas buscando la manera de boicotearnos y de fastidiarnos la vida. Nuestro ego siempre quiere tener razón y busca por todos los medios la manera de que la tengamos. Eso implica que, en mucho casos, hagamos cosas que sabemos que nos van a traer consecuencias negativas a nuestra vida y que, aún así, las hagamos. ¿Cómo es eso posible? Porque nos boicoteamos llevándonos al sufrimiento y al esfuerzo constantemente.
Parece que si la vida es fácil, es una trampa. La vida para ser «buena» tiene que traer sufrimiento, esfuerzo, sacrificio, dolor… Si algo es fácil, desconfiamos inmediatamente. Porque ¡¿cómo me va a pasar algo bueno a mí sin ninguna consecuencia mala?! Y así, vivimos. Regodeándonos como cerditos en nuestros barros y desconfiando de tener la puerta abierta para salir a pasear por el verde campo. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que, en realidad, la vida es disfrutar?
Igual que cuando alguien te bosteza cerca «se te pega» el bostezo, con las risas pasa lo mismo. Se contagian. Tu día a día es como tú quieres que sea. Tu trabajo es el que tú elijas, igual que tus aficiones, tus gastos… Todo. Claro que hay gilipollas en todas partes que te pueden estropear el rato, pero dejar que te estropeen el día depende DE TI.
Vivir disfrutando de tu vida no es ponerse las gafas de color rosa y vivir en el mundo de flower power. Vivir disfrutando significa que puedes encontrar disfrute, diversión, alegría, amor en todo lo que hay en tu vida. El trabajo que tienes lo has elegido tú, lo eliges cada mañana al decidir despertarte e ir a trabajar allí. Por una cuestión meramente económica o no, pero es el trabajo que elegiste y que eliges y que te permite hacer muchas cosas en tu vida (como pagar facturas, hacer la compra, irte de vacaciones o poder irte de cañas con los amiges).
Las amistades que tienes, la relación de pareja que tienes, las aficiones a las que dedicas el tiempo… todo lo eliges tú. Y se trata de disfrutarlas. Cuando dejas de vivir tu vida desde el disfrute es porque estás centrado en lo que te hace infeliz o porque no te hace feliz. Si no te hace feliz, cámbialo. No digo que sea fácil, digo que lo cambies. La vida es demasiado corta como para hacer cosas que te hagan infeliz todos los días. Y si estás centrado en que no eres feliz, busca la manera de cambiar tu atención a lo que sí te hace feliz de tu vida.
La vida es para disfrutarla, gozarla, reírla, bailarla, contarla. Vivir de manera triste es para la gente que no quiere que su vida sea bonita. Vivir de manera disfrutona es lo que hace que merezca la pena. Tienes muchísimas cosas en tu vida por las que dar gracias y sentirte feliz, sólo tienes que recordarlas y encontrarlas de nuevo. ¿Te animas?