En estos días de aislamiento, me está dando tiempo a leer muchas cosas (supongo que igual que tú). La mayoría de los mensajes y noticias que leo son de ánimo, de crecimiento y aprendizaje. Trato de poner mi atención allí dónde quiero, sobre todo, en todo lo que me hace subir mi energía y sentirme agradecida por todo lo que tengo. Y, también, tengo que reconoceros que es hacerlo complicado estos días cuando sólo recibimos noticias de enfermos, muertes, contagiados y de todo lo horrible que va a pasar en nuestra economía como consecuencia del coronavirus. Vamos, que te entra una ansiedad que flipas.

Estos días en los que apenas tenemos contacto con el mundo y todo nos llega por los medios de comunicación, tenemos que cuidar lo que recibimos. Es como lo de «si te digo que no pienses en un elefante, ¿en qué piensas?». Nuestra atención es fácil llevársela de un sitio a otro. Por eso, es importante que sepamos prestarle atención a nuestra atención selectiva.

Ya sabes que cuanto más atención le estés dando a tus preocupaciones, miedos, ansiedades, angustias… más espacio ocupan. Es como un camino de tierra. Cuanto más pasa la gente por el mismo sendero, más hondo y marcado se hace. Nuestra mente funciona igual y de ahí, la necesidad de tener una atención selectiva hacia lo que nosotras elijamos. Y, al final, cambiarás tu atención más fácil cada vez.

Nuestro cuerpo y nuestro corazón saben perfectamente qué les viene bien y qué les hace daño. Si en vez de pedirte que pienses en un elefante, te pido que pienses en un familiar muy querido fallecido, sentirás tristeza y un poco de bajón. Sin darte cuenta, te habrás puesto más seria, se te habrá encogido un poquito el corazón, ¿a qué sí? Pero si te pido que pienses en alguien o en algo divertido, que te hace reír y rememoras un momento en que sintieras diversión, tu energía cambia. Tu cara cambia, tu posición corporal también. Incluso te habrás ruborizado, que es lo normal cuando algo nos hace feliz. Tu atención selectiva depende de ti.

Ahora, ¿cómo llevarla dónde quieres? Pues lo primero es identificar cuándo tu mente se ha enganchado a algo que te está dando bajón. Con el coronavirus, a mí por ejemplo, me da bajón leer más de quince minutos del tema. A partir de ese tiempo, me empiezo a bajonear, así que lo identifico y entonces viene el segundo paso: parar. Cuando tienes identificado el qué, tienes que tomar la decisión de dejarlo. Dejar de leer tanto tiempo, es una forma. Otra puede ser cambiar a leer noticias de cachondeo o ponerte música. Dejar de hacer eso que te engancha y poner tu intención y atención selectiva en otra cosa. Y, por último, lo más complicado en aislamiento, mantener la atención en lo que quieres y te sube el ánimo.

Para mantener tu atención selectiva en el punto guay, hay muchas maneras, tú tendrás que encontrar la tuya. Yo, por ejemplo, tengo un par de listas de música que me ayudan a centrarme de nuevo. Una movidita para bailar y soltar el mal rollo, y otra de canciones hermosas que me alegra escuchar desde la primera nota. También, cuando estoy leyendo en el móvil y me doy cuenta del enganche, tiro el móvil al sofá o a la cama y me voy a hacer otra cosa. Y cuando estoy con la ansiedad alta porque mi atención está súper enganchada al mal, me siento y medito, y recuerdo que esto también pasara. ¿Cuáles se te ocurren a ti?

 

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