Cuando hablamos de cambios, lo más habitual es sentir miedo, ansiedad o angustia. Aunque vivimos miles de cambios todos los días, siguen sin gustarnos mucho. De hecho, todavía no he encontrado a nadie que diga que le gustan los cambios. ¿Cómo es posible que algo tan irremediable en nuestra vida lo vivamos con esa angustia y ese temor? ¿Cómo podemos hacer para llevar mejor los cambios y que no nos dé un papatús cada vez que cambia algo en nuestra vida?

Primero y antes que nada, si sientes miedo y ansiedad y agobio ante un cambio que estás viviendo, tranqui, eres normal. No nos gustan los cambios básicamente porque tenemos una mente racional que nos hace creer que lo tenemos todo bajo control. Así, en cuanto algo se sale de lo que esperamos, sentimos que perdemos el control y ahí aparece el miedo a que todo se vaya al garete. Es como si, en el fondo, sintiéramos que nuestra vida es una torre de naipes y que cuando una carta se cae, todo lo demás se va al traste. Cuando tenemos las cosas en orden y, por ende, sentimos que controlamos la situación, no nos sentimos mal.

El tema es cuando nuestro equilibrio se ve alterado por un cambio que aparece sin más. Que te echen del trabajo, una pandemia que te deja metido en casa durante meses o un embarazo, son situaciones que ocurren, que pueden ser más o menos esperadas, pero que suponen un cambio importante en cómo vivimos nuestro día a día. Esos cambios que hacen que te sientas perdido y sin saber adónde ir. Ahí aparecen el miedo, la angustia, la incertidumbre, el agobio… Son cambios que no podemos controlar ni frenar, así que lo único que podemos hacer es gestionarlos de la mejor manera posible. Pero ¿cómo?

Aquí van algunos trucos:

  1. No lo evites. Aunque no quieras atenderlo ahora, el cambio va a seguir ahí y cuanto más tardes en afrontarlo, más grande te va a parecer la bola de nieve. Así que, respira hondo y manos a la obra.
  2. Recuerda situaciones similares en tu historia: otros cambios de trabajo, de pareja, de casa, de lo que sea. Recuerda otros cambios en tu vida y pregúntate cómo los gestionaste. A lo mejor, lo que hiciste en ese momento, te puede servir de ayuda y apoyo en el presente. El cambio que estés viviendo ahora no durará para siempre.
  3. Si es la primera vez que vives un cambio fuerte en tu vida, pide apoyo a personas que sepas que han pasado por algo similar. Que te cuenten qué hicieron ellas y mira a ver si sus historias te sirven de inspiración.
  4. Ve poco a poco. A veces, queremos hacerlo todo ya y nos ponemos objetivos enormes que necesitan tiempo para gestarse. Ponte objetivos pequeños, objetivos que conseguir todos los días (por ejemplo, dedicar todos los días unas horas a buscar trabajo). Ir poco a poco te ayudará a mantener tu motivación día a día.
  5. Pide apoyo profesional, si crees que es demasiado para ti sola. A veces, los cambios los sentimos demasiado grandes y necesitamos un extra de ayuda. Y está bien que sea así. ¡Para eso estamos los expertos! Puede ser un profesional de la salud, del mundo empresarial, de lo que sea que necesites.
  6. Cuídate. Revisa tus puntos fuertes y menos fuertes, con honestidad, y trátate con amor. Tendrás momentos de bajón, pero pasarán. Cuida tener momentos para ti, para desconectar, para darte un capricho y recargar pilas.

Y, sobre todo, sigue y sigue y sigue. En realidad, la vida está hecha en etapas y esta es sólo otra etapa más. Cuando todo pase y mires atrás, habrás aprendido muchas cosas de ti. Los cambios son parte inevitable de la existencia y lo importante es cómo lo afrontas. No dejes que te pueda el miedo y el agobio, tienes muchos recursos para salir adelante. Y lo harás. De hecho, ya lo estás haciendo.

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