Los psicólogos/as solemos decir mucho eso de pedir ayuda cuando ves que no puedes más. Yo, de hecho, te he escrito en el blog otras veces eso de que si ves que no puedes más, que busques ayuda. Hablando con una colega el otro día en el despacho, me di cuenta que pocas veces nos damos cuenta de cuándo estamos sobrepasados por algo. ¿Cómo puedo saber que ya no puedo más y que necesito ayuda externa?

Lo primero, sería responderte a la pregunta «¿qué me pasa?» No desde un sentido metafísico, sino desde una parte mucho más realista y física. Posibles respuestas podrían ser: «estoy triste bastante a menudo/ me siento ansiosa casi todo el tiempo/ duermo fatal/ apenas tengo apetito/ estoy súper irritable/ me siento vacía». Y, luego, puntuar de uno a diez cuánto afecta eso que te pasa a tu vida. Se trata de ver qué es exactamente lo que me produce malestar y cuánto interfiere en mi día a día.

Al identificar que nos pasa algo, saber más o menos qué es y cuánto nos molesta en nuestra vida, llega el momento de autoevaluar nuestras fuerzas. Aquí, la pregunta a responder es «¿soy capaz de lidiar con este problema/situación/emoción yo sola? o ¿ necesitaría alguien que me apoye y me dé herramientas que no tengo?». Sé que es una pregunta un poco larga pero es necesaria. Si sientes de verdad que puedes afrontar tú solo lo que te está pasando, sigue adelante. Si, por el contrario, necesitas nuevas habilidades o herramientas para afrontar tu vida (bien porque lo has intentado todo, o bien, porque no sabes por dónde empezar), es el momento de buscar ayuda.

Darnos cuenta que estamos sobrepasados por una situación implica admitir que no podemos hacer nada con ella por nosotros solos y que el problema se ha vuelto ingobernable. Aquí, es importante también que entiendas que los seres humanos tenemos una capacidad increíble para soportar y cargar con cosas desagradables. Tiramos y tiramos hasta que, literalmente, no podemos más porque nos hemos muerto o estamos en camino de ello. El punto de equilibro está en comprender que, aunque pueda cargar ocho kilos de peso en cada brazo y subir la compra a casa de una vez, no es necesario.

Por último, cuando has decidido que necesitas la ayuda de alguien para superar lo que te está pasando, llega el momento de la búsqueda de ayuda. La gente que quiere «soluciones» rápidas va al psiquiatra. Como médico, nos receta una pastillita y a casa. Los que quieren mejorar pero sin tener que trabajar mucho, van a la farmacia o al doctor de cabecera que también nos da pastillitas y a casa. Y, las personas que quieren mejorar de verdad el problema, buscan psicólogos. Un psicólogo que sepa de qué va la historia y que no sólo se limite a callar los síntomas sino a buscar de dónde están saliendo.

Evidentemente, todos los profesionales de la salud somos importantes para según qué sintomatología. Es sólo que tenemos que elegir bien cómo nos queremos tratar. Si me duele la barriga no voy a que me vea el traumatólogo. Pues igual si me duele el corazón, el alma, ir a un médico no tiene mucho sentido.

Así que, párate un segundo y responde a las preguntas de forma completamente honesta. Esas preguntas son para ti, para tu sanación y engañarte no tiene sentido. Eres una persona maravillosa y mereces ser honesto contigo misma. Si no te sientes completa, no pasa nada por buscar ayuda, pero sí pasa si no te cuidas. La vida también es disfrute. ¿Hablamos?

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