Según la RAE, el sinónimo de ilusión es esperanza. Es ese cosquilleo infantil que sientes en el cuerpo cuando quieres que algo bueno te ocurra. Esa esperanza que todo saldrá bien y tal como lo has soñado. Porque las ilusiones nos llevan irremediablemente a los sueños. Esos deseos nos hacen levantarnos cada vez que nos caemos, cada vez que fallamos el tiro y hacen que volvamos a intentarlo.
La ilusión parece ser algo de niños, algo que pasa cuando nos hacemos adultos y dejamos de tener ilusión por muchas de las cosas que nos ocurren. Tengo un familiar con Síndrome de Down que vive en ilusión constante y es una de las personas que más admiro del mundo. La ilusión con la que recibe cada plato de comida, cada regalo o cada abrazo es (además de enternecedor) irresistible. La ves y quieres sentir lo mismo que ella.
Cada uno siente ilusión por cosas distintas. Algunos se sienten ilusionados cada vez que viajan, otros cuando se compran un trapito de ropa, y otros cuando hacen un plan distinto al de todos los sábados. Algunas personas se ilusionan por lo que han conseguido o por lo que van a conseguir. Y otras, se ilusionan simplemente porque sí, porque le sienta bien al cutis. En este mundo Mr. Wonderful que nos (auto)imponemos, parece que tener ilusión por algo es ser un idiota. Vivimos rodeados de frases de flower power pero no somos capaces de sentirnos ilusionados por cosas importantes de nuestra vida.
¿Qué nos pasa que perdemos la ilusión? ¿Es porque hemos conseguido todo con lo que hemos soñado o es que estamos tan decepcionados esperando cosas que no suceden nunca que ni lo intentamos ya? Sentir ilusión es tan bonito… La ilusión, la esperanza, los nervios (de los buenos), el entusiasmo, el no poder estarte quieta en el lugar… ¿Cuántas cosas tienes en tu vida que te ilusionan? Piénsalo en serio. ¿Te pasas más tiempo soñando con lo que te ilusiona que viviéndolo? ¿Se te han acabado las cosas por las que ilusionarte? ¿O simplemente ni siquiera te atreves a ilusionarte con nada?
A veces, perdemos tanto el rumbo... no sabemos ni dónde estamos ni qué queremos ni qué nos pasa ni cómo estamos. Y es un poco triste, la verdad. Porque si te paras a pensar en todas las cosas que tienes en tu vida, en todos los sueños y proyectos que quieres hacer, en todas las cosas que te quedan por hacer en la vida, es difícil no sentir ilusión y entusiasmo ante tal perspectiva, ¿no crees?
Así que, te propongo el siguiente juego. Coge un papel y un boli (o el móvil si te es más cómodo), y escribe qué quieres conseguir de aquí a cinco años. ¿Lo tienes? Bien, pues ahora escribe qué has conseguido en estos últimos cinco años (viajes, compras, trabajo, pareja, crecimiento personal, lo que se te ocurra). Tómate tu tiempo, no hay prisa. ¿Ya está? Ahora, compara las dos listas. Hay bastante cosas, ¿a que sí? Y si yo ahora te preguntara ¿cómo te sientes, aquí y ahora, después de ver lo que has conseguido? Probablemente, las respuestas más comunes que tendréis serán contento, orgullosa, satisfecho… ¿Y cómo te sientes con la lista a conseguir? Y aquí, tendría que aparecer la ilusión.
Lo que te propongas tiene que ilusionarte. Si en esa lista de lo que quieres alcanzar, sólo hay cosas que te agobian, no vas por el buen camino, amige. Busca objetivos que te ilusionen, busca cosas que te hagan sentir entusiasmo y alegría sólo de pensarlas. Y así, sin más, llegará la Señora Ilusión para hacerte sentir peque otra vez. ¿Hablamos?