No sé a vosotras/os, pero a mí, desde pequeñita, me repitieron eso de «no seas egoísta» hasta la saciedad. Hasta el punto de prohibirme ser egoísta con nada. Literalmente, con nada. No me voy a ir de viaje o callarme alguna cosa que me ha pasado o a decir que «no», porque sería una egoísta. Y es muy feo eso de ser egoísta.
Una persona egoísta es alguien que piensa solamente en él/ella, que antepone siempre sus propios intereses a los de los demás. Esta es la gran definición de que nos explican sobre ser egoísta. El problema radica en que nadie nos explica los matices. No hay ni un sólo «pero» en la definición. Como, por ejemplo, «antepone siempre sus propios intereses a los demás, cuando sea necesario». Lo explico de otra forma.
En los aviones, cuando se dan las instrucciones de seguridad, siempre se recuerda que, en caso de accidente, los adultos que viajen con menores, deben ponerse primero ellos la mascarilla antes de ponérsela al peque. ¿Es esto un ejemplo de egoísmo? Algunos diréis que sí, otros diréis que no. Y, la verdad, es que tiene su lógica porque si yo adulto pierdo la consciencia por la falta de oxígeno tratando de ponerle la mascarilla a mi hija, poco podré hacer por salvar la vida de mi peque. Este es un ejemplo perfecto de autocuidado. Yo puedo cuidar de otros, cuando me cuido yo. No puedo cuidar de otros antes de cuidarme a mí. Y por varias razones.
La primera, es que si no me cuido, sin querer, estoy generando una deuda con el cuidado. Yo te cuido sin atenderme a mí y eso producirá en ti malestar, culpabilidad, angustia, dependencia. La segunda consecuencia, es que al no cuidarme, tampoco te voy a cuidar cómo mereces. Porque el cuidar del otro a veces requiere de una regañina, de poner un límite o de decir que por ahí no pasas. Y cuando no tenemos autocuidado, lo que estamos haciendo realmente, es traspasar nuestros propios límites una y otra vez. Claro que puedo andar 30 km al día haciendo el Camino de Santiago, pero en mi día a día, quizás andar tanto y tener ampollas no sea necesario. Evidentemente, puedo funcionar durmiendo 4 horas al día durante años, pero que pueda hacerlo no quiere decir que sea necesario o bueno para mi salud física y mental.
Autocuidarse no es sólo comer bien, descansar bien, hacer ejercicio. También es curarse el alma, atender a qué pasa por nuestro corazoncito, decir no, poner límites, disfrutar, reír. El autocuidado es una habilidad que requiere tener un porcentaje de egoísmo. Si no soy capaz de anteponer mis propios intereses en algunas situaciones, me veré constantemente en situaciones que me provocan malestar. Si mi madre me llama para ir a comer con ella y a mí no me apetece porque estoy cansada y quiero quedarme en casa después de una semana de locos, puedo decir que no sin remordimiento ni culpa. Porque me estoy cuidando. Y sí, es egoísta. Y sí, está bien.
Cuando sólo me importo yo y lo que a mí me pasa, estoy siendo un egoísta todo el tiempo. Pero cuando bailo buscando un equilibrio entre el otro y yo, atendiendo a sus intereses algunas veces y a mis intereses otras, estoy siendo una egoísta autocuidándose. Porque autocuidarse es esencial para seguir cuerdo, para no perderse en esta vida ajetreada y súper rápida que nos hace estar en mil cosas menos en nosotros. Auto-atenderse y auto-escucharse son habilidades necesarias y para tenerlas, hay que ser un poco egoístas. Así que, dí que no de vez en cuando, pasa tiempo contigo y cuida de ti mismo/a. Por probar, digo.
¿Hablamos?