Todo el rato juntos
Reza el refranero español: «cada oveja con su pareja». Y hay quién se lo toma al pie de la letra, oye. Es cierto que cuando estamos en pareja, y la pareja está bien, nos encanta estar juntos. Hacemos planes juntos, vamos a todas partes juntos, y no vamos al baño juntos porque no se suelen tener dos tazas de váter en el mismo aseo, que si no… Y, además, estamos en una cultura en la que si no estás en pareja, como que te falta algo, ¿no? Esa pensamiento que nos meten de que hay que estar con alguien en todo momento.
Pero, ¿y qué pasa cuando, incluso estando en una pareja en la que estoy feliz, quiero estar un rato a mi bola? Porque a mí me pasa. ¿A vosotras/os no? Por mucho que me encante estar con mi pareja, estar a mi bola, tener mis espacios y mis hobbies, y estar sola (que no en soledad), para mí, es una necesidad.
Y, aprovecho para aclarar que no es lo mismo estar solo que estar en soledad. Cuando estoy solo, estoy conmigo, no hay nadie más (y nadie menos) conmigo. Sin embargo, cuando estoy en soledad, me siento solo, que es algo muy diferente. Porque estando solo no tengo por qué sentirme solo. Son cosas compatibles, pero que no necesariamente se dan juntas. Y en nuestra cultura, pareciera que no hay momentos para estar sola, sino momentos de soledad. De aquí, que queramos estar todo el rato con la pareja y en pareja, porque no queremos estar en soledad, no queremos sentirnos solos.
¡¡Estoy tanto contigo que me olvido de quién soy!!
Pero claro, estar todo el tiempo juntos para no sentirme sola, habla de dos cosas. La primera, es que te utilizo como escudo ante mis emociones, por lo que realmente me daría igual estar contigo que con una fruta. La segunda, que me mimetice tanto contigo, con tus gustos y tus aficiones, hace que no recuerde cómo es eso de estar yo conmigo. Es de lo más normal que se me olvide qué quiero yo si estoy el 99% del tiempo pensando en qué queremos nosotros (dejo un 1% por no sonar demasiado exagerada).
Crear una noción de «nosotros» es una necesidad humana y, además, algo muy necesario en una relación de pareja adulta. Al igual, que crear una noción de «yo». Cuando yo tengo claro qué quiero, qué me gusta, cuáles son mis aficiones, cuáles son mis espacios, y cuido que todo esto siga estando en mi vida incluso cuando tengo pareja, la pareja y yo nos enriquecemos.
Y si me agobio de estar contigo todo el rato, ¿es que ya no te quiero?
En consulta, me han preguntado esto muchas veces. Y la respuesta es ¡claro que no! Los peques pasan por una etapa en la que creen que si se tapan ellos los ojos, tú no los puedes ver. Como si al no ver ellos, no pudieras seguir viendo tú. Pero el amor en una pareja (y el amor a uno mismo) no es así, ¿no?
Claro que te quiero cuando busco mis espacios y estar a mi bola. De hecho, porque estoy a mi bola y momentáneamente «fuera» del nosotros un rato, hace que sea más emocionante cuando nos volvemos a encontrar. Como cuando te vas a trabajar y, al volver, tu perro te monta la fiesta de la samba porque has llegado a casa.
Así que ni te asustes cuando sientas que hoy, te toca estar a tu bola. Porque lo que estás haciendo amigo/a, es cuidarte.
¿Hablamos?