Ya os he hablado bastante de lo importante que es elegir bien las palabras que usamos para tener una realidad más guay o menos guay. Pero hoy, quiero hablaros de la importancia que tienen los adjetivos. Todas las palabras son importantes, pero los adjetivos se llevan la palma en cuanto a lo que significan. Los adjetivos son, según la RAE, «palabras que acompañan a un sujeto para expresar una cualidad intrínseca de dicho sustantivo». Es decir, los adjetivos son las cualidades que creemos que tenemos.
Nuestra identidad (aquello que creemos que somos) se define con adjetivos. Son el tipo de palabras que juntas con el verbo «ser» o «estar» en frases del estilo «estoy protegida y cuidada o soy buena, puntual, cuidadora, generosa, dulce, etc.». Y si los usamos de manera constructiva nos dan alas para volar alto, pero si los usamos de forma destructiva son como bombas que nos atacan todo el tiempo. Estas definiciones de lo que somos y lo que no somos, nos marcan en nuestra manera de entendernos a nosotras mismas. Son los adjetivos que nos decimos los que marcan lo que podemos hacer y lo que no.
Adjetivos que te dan fuerza y te suben la energía:
- Valiosa, generosa, poderosa, fuerte, vulnerable, maravillosa, certera, amable, dulce, tierna, humilde, inteligente, formidable, creativa, creadora, resiliente, enérgica, asertiva, protegida, bendecida, agradecida, confiada, serena, abundante, valiente, capaz, inspiradora, honesta, suficiente, comprometida, flexible, alegre, feliz, dichosa, hermosa, entusiasta, próspera, rica, exitosa…
Adjetivos que te quitan energía, te bajonean y te destruyen:
- Desastrosa, torpe, insuficiente, débil, frágil, dudosa, indecisa, dura, cruel, dañina, peligrosa, fea, no atractiva, no merecedora, no valiosa, espantosa, pésima, desafortunada, pobre, escasa, no abundante, desdichada, infeliz, tristona, lúgubre, difícil, temperamental, desgraciada, terrible, irresponsable, limitada, pequeña, incapaz, voluble, horrible, inflexible, mentirosa, envidiosa, excesiva…
Las mujeres hemos crecido escuchando los adjetivos que nos destruyen y sintiéndonos en constante lucha con nosotras mismas. Nosotras nos hemos convertido en nuestro peor enemigo hablándonos mal. Muy pocas veces nos han dicho que somos valiosas, suficientes, merecedoras, exitosas, creadoras, prósperas y hermosas. Ahora que estamos con el aislamiento y en pijama o chándal la mayor parte del día, tenemos que cuidar mucho cómo nos hablamos.
Usar adjetivos que nos rompen en vez de adjetivos que nos alimentan el alma, nos debilita el sistema inmunitario, hace que nuestras células se regeneren peor. También, hace que funcionen peor nuestros sistema vegetativo (órganos) y sistema excretor (el de ir al baño). Y lo más importante ¡cuanto más nos los decimos, más nos lo creemos! Nuestra identidad se basa en cosas que nos decimos (y nos dijeron de pequeñas) todos los días. Cuanto peor te hables, peor concepto de ti tendrás. Y cuanto peor te percibas, peor salud mental, emocional y física tendrás.
Sentirte poderosa y valiosa y merecedora hace que puedas con todo. Recuperar lo que de verdad eres y deshacerte de las ideas limitantes que tienes de ti, marca la diferencia entre ser feliz o no. Quererte está bien. Valorarte está bien. Cuidarte está bien. Todo lo que eres, está bien.
¿Y cómo empezar a hablarte con amor? Dos consejos. El primero, cada vez que te veas diciéndote algo dañino, párate y piensa. «Si fuera mi hija o mi amiga la que me dijera esto, ¿qué le diría yo?». Te ayudará a tomar perspectiva y a parar tu mente. El segundo, elige uno de esos adjetivos que te dan fuerza y escribe la frase «Yo soy Valiosa» (por ejemplo). Pega la frase al lado de tu espejo, un sitio donde la veas todos los días. Cambia la frase de vez en cuando para que añadas más y más cada vez.