Newton descubrió la ley de la atracción gravitacional hace cuatro siglos. En ella se demostraba que todos los cuerpos y objetos nos atraemos entre nosotros con una fuerza invisible y, a la vez, poderosa. A partir de ella, se han hecho estudios desde la física cuántica para ver hasta qué punto esa fuerza nos atraía y encontraron resultados sorprendentes. Se dieron cuenta que sólo vemos aquello a lo que prestamos atención y que lo ampliamos hasta el punto de no ver nada más. Que nuestra atención selectiva hace que nos centremos en una cosa con todas nuestras energías. Es la ley de la atracción.

Lo más fascinante que encontraron era que según el observador que estuviera investigando, se veía una cosa u otra. Es decir, que según lo que queramos encontrar, eso es lo que vamos a buscar. ¿Me sigues? Si lo trasladamos a cómo funcionamos las personas, saber esto lo cambia todo. Quiere decir que encontramos parejas tortuosas porque las buscamos así. Que si encontramos escasez económica es porque la buscamos. Que si encontramos agresividad o descuido o confusión, es porque las buscamos. Atraemos aquello en lo que ponemos la atención.

Calma. No quiere decir que las busques a propósito porque seas una masoquista o tengas algo mal en la cabeza. Todo lo que buscamos en una relación interpersonal suele ser inconsciente, es decir, no nos damos cuenta. Simplemente, hemos aprendido a lo largo de nuestra vida que así es como tiene que ser ese tipo de relación. Me explico. Cuando somos pequeños, aprendemos de nuestros padres y entorno más cercano cómo relacionarnos con el dinero, las personas, la comida, la naturaleza… Las personas adultas con las que nos hemos criado nos enseñan cómo es el mundo y nosotros interiorizamos esos aprendizajes.

Aprendemos a mantener relaciones en función de lo merecedoras que nos sentimos que somos. Si yo estoy con una pareja que no encuentra tiempo para mí o con la que discuto todo el tiempo, es porque creo que ese es el tipo de relación que merezco. En algún momento de mi vida aprendí que así es como tienen que quererme. O en el dinero, si soy una persona que trabaja de manera autónoma, pongo los precios en función de lo merecedora que me sienta con el tema del dinero. La ley de la atracción nos dice que atraemos lo que estamos dispuestos a recibir, ni más ni menos.

No es que no queramos recibir más amor o más dinero, sino porque si yo tengo una mentalidad de que soy pobre y me vienen cien mil euros a la cuenta, voy a pensar que es un error. Que si yo creo que mi relación tiene que tener al menos una discusión al día, si me encuentro una persona con la que no discuto, pensaré que hay algo que está muy mal porque no discutimos. En definitiva, vemos lo que nos atrevemos a ver. Es la idea de la atención selectiva llevada a comportamientos selectivos y a emociones selectivas. Seleccionamos constantemente todo lo que creemos que merecemos pensar, sentir y hacer, y eso es lo que atraemos.

La ley de la atracción es sólo una manera más de hacerte reflexionar sobre ti. Por eso te insisto tanto en la importancia de las palabras que usas, en la calidad de tus pensamientos, emociones y acciones. Porque sólo cuando te das cuenta, de manera honesta, que aquello en lo que crees hace que pienses y sientas y actúes de una manera determinada, creando una realidad. No la realidad única, sino una de las muchas realidades que puedes tener. ¿Quieres atraer felicidad, dinero, una pareja sana y estable? Cambia tu realidad. Presta atención a cosas que te alegren el alma y reflexiona sobre lo que quieres atraer a tu día a día, desafía tus propias creencias. La única persona que va a vivir tu vida eres tú. ¿Por qué no crear una feliz y llena de alegría?

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