El miedo es la sensación de angustia que tenemos cuando percibimos algo como peligroso. Se localiza principalmente en nuestra amígdala, una estructura muy antigua de nuestro cerebro. La amígdala, entre otras cosas, se encarga de buscar y detectar señales de cosas que nos pueden poner en peligro y ahí activa la emoción del miedo.
Está relacionado con la ansiedad, pero la ansiedad es tener miedo al miedo; mientras que el miedo es angustia pura ante algo que sí percibimos como peligroso. Es una emoción primaria súper potente que nos bloquea y nos hace tiritar hasta las pestañas. Cuando sentimos miedo, el cuerpo parece que se nos encoge y que no nos la podemos quitar de encima. Es como que se nos pega, como cuando escuchas una canción de anuncio que no te puedes quitar de la cabeza.
Ahora, con todo el jaleo que hay con el coronavirus por todas partes, la emoción de la que más se habla es la del miedo. Miedo al contagio, miedo a la muerte, miedo a tenerlo y no saberlo, miedo a lo que escuchamos en los telediarios… Hay gente que ya está con el miedo por las nubes, con paranoia e hipocondríaca perdida. No importa cuánta información se esté dando ahora sobre que no es para tanto, el miedo se ha instalado como si fuera una lapa en la mente y conversación de muchas personas. Con el coronavirus se puede ver cómo el miedo se puede convertir en un tirano. Llega de repente, se instala en tu pensar y sentir, te guste o no, y desde ahí ordena y manda. Cuando dejamos que el miedo se ponga al volante de nuestro coche-cuerpo, el viaje se convierte en un infierno.
¿Qué hacer para que el miedo no sea el que manda? En mi opinión, hay tres maneras de gestionarlo.
- Ríndete ante tu miedo. Aunque esto vale para todas las emociones, para las que consideramos «negativas» como el miedo es fundamental. Rendirse significa dejarse estar, sentir esa emoción. Pasa lo mismo que con la tristeza: hay que recordar que esto también pasará. Y, para eso, tienes que dejarte temblar, sentir la angustia y notar cómo el miedo te invade cada célula del cuerpo. Confía en ti, puedes sostener esta emoción por muy fuerte que sea.
- Establece una amistad con tu miedo. El miedo es, en la mayoría de las ocasiones, sólo el mensajero. El miedo siempre tiene un mensaje más profundo y te da mucha información sobre ti, sobre cómo te mueves en el mundo. Si cuando sientes miedo, vas siempre a buscar ayuda de los demás o temes perder el control, a lo mejor es que no confías en ti y tus capacidades. A lo mejor, eres de los que te obcecas porque eres demasiado rígido en tus pensamientos y eso no te deja plantearte otras opciones. Todo lo que te ocurre en el cuerpo es para ayudarte, así que deja de vivir tu miedo como tu enemigo.
- Afronta tu miedo. La mayor parte de los miedos que tenemos no tienen mucho sentido. Las cosas que eran peligrosas cuando éramos pequeños no son las mismas cuando somos adultos y eso a veces se nos olvida. Por eso, anímate y afronta tus miedos, confía en ti. La mayoría son sólo monstruos que quieren una taza de té.
- Cuando sentimos miedo por enfermedades o cosas intangibles, la información también nos da mucho poder para afrontar el miedo de otra manera.
El miedo al coronavirus es una histeria colectiva que tiene que ver más con el alarmismo de los medios de comunicación que con algo real. Recuerda que dónde ponemos nuestra atención es dónde ponemos la energía. ¿Hablamos?