Llega el último fin de semana del año. Ese momento de reflexión profunda sobre cómo ha sido nuestro año, todo lo que hemos aprendido y cambiado… y de la súper fiesta del año!!! Uuuoooo!!!! Serpentinas, matasuegras, confeti, cava, uvas, atragantamientos, música hasta las mil y los churritos mañaneros del día 1 de enero. Es un fin de semana de preparación para la que se viene, amiges.

En estos últimos coletazos del año, qué mejor que prepararse para que el año nuevo sea fantástico. No sólo se trata de estar descansando porque no vas a dormir en tres días, sino también aprovechar para hacer todo eso que he dicho arriba. A veces, nos perdemos en el tema fiesta y nos volvemos locas un poco, y se nos olvida que es un momento genial para hacer memoria de qué hemos vivido, cuáles son nuestros momentos del año favoritos y cómo me quiero sentir el año que viene.

Tomar un ratito estos días para ti, te ayudará a cerrar el año. Cerrar este año, te ayudará a poder abrirte de lleno al año nuevo. ¿Y cómo cerrar el año? Haciendo un repaso (si puede ser escrito, mejor) de cuáles son los momentos que más recuerdas del año. Tu propia selección de highlights, de momentos estelares. Esos momentos que han marcado tu año, tanto de manera positiva como negativa. Sobre todo, pon énfasis en tus emociones en esos momentos. Saber cuáles son esos momentos y qué sentiste, identificar por qué han sido relevantes, te ayudará a hacer el repaso necesario para cerrar el año.

Después, identifica cuáles son los aprendizajes de cada momento. Para qué te ha servido pasar por ese momento, qué has valorado, qué has echado de menos, qué te ha llenado, qué te ha destrozado… destaca el aprendizaje de esa experiencia y así podrás repetirla o no, según te interese, en el futuro. No hay mejor manera de cerrar un año que ver qué cosas hemos aprendido nuevas y cuáles nos han entrado finalmente en la cabeza y el corazón.

Y, ahora, viene la parte más divertida, esa en la que te maravillas de ti misma. Llega el momento de ver qué cosas tienes al final del año que no tenías el año anterior. Piensa en positivo: aunque tengas menos dinero, económicamente hablando, en tu cuenta, este año a lo mejor has podido hacer más regalos o regalos mejores. A lo mejor, este año tienes una casa nueva, o mejor salud, o una actitud más positiva ante las cosas que te pasan. A lo mejor, te has dado cuenta de algo que siempre has tenido en tu vida y nunca lo habías apreciado hasta ahora. ¡Sé creativo! Poder ver todo lo que hemos ido consiguiendo a lo largo del año, nos hace darnos cuenta de lo afortunados que somos y de lo abundantes que somos.

Y, finalmente, a la hora de ponerte propósitos de año nuevo, sé honesta contigo misma. Deja de ponerte objetivos inalcanzables (porque son poco realistas o porque en el fondo no quieres conseguirlos) y ponte propósitos que te motiven de verdad. Una manera de hacerlo (que me ha chivado la gran Maite Issa) es estableciendo primero las emociones que quieres sentir. Es decir, ver el para qué quiero conseguir ese objetivo desde el plano emocional, cómo me quiero sentir consiguiendo esto en mi vida. Las emociones nos mueven más que ninguna otra cosa en el mundo, es lo que nos activa a cambiar y mejorar. Así que, establece tus propósitos desde tus emociones con total honestidad y así podrás conseguir todo lo que quieras.

Este pequeño ritual, junto con lo de poner oro en la copa de cava, lo de comer lentejas y llevar ropa interior roja, estáis más que preparados para este año que comienza. Bendecidos con la madre Suerte, limpitos de todo lo malo que no os sirve ya más y con una dirección clara de adónde queréis llegar. No está nada mal ¿verdad?

 

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