Desde que comenzó todo esto del coronavirus, no paro de escuchar «la de trabajo que vais a tener los psicólogos con esto del covid». Y me resulta curioso que tengamos tan asumido y aceptado que esta situación tan extraña que nos ha tocado vivir tenga consecuencias en nuestra mente y nuestro corazón. Sobre todo, porque aún parece que la Psicología sigue siendo una especie de tabú. Decir que vas al psicólogo se sigue viendo peor que decir que te pones hasta las cejas de medicación con un psiquiatra. Esa barrera de la medicina sigue estando muy presente en la manera que tenemos de entender la ayuda profesional y, sin embargo, parece que ahora más que nunca necesitamos tener ese apoyo que nos permita sobreponernos al confinamiento, a la soledad, a las restricciones y al miedo.

Pero, ¿por qué nos está afectando tanto todo lo que está pasando con el covid? Básicamente, nos sentimos tan afectados por tres razones. La primera, es que nuestra sensación habitual tener la situación bajo control porque sabemos qué podemos esperar de ella, se ha ido al garete. Y eso, siempre genera angustia. La segunda razón es que no toleramos bien la incertidumbre y los vacíos de información; nuestra mente lógica no está preparada para gestionar esos vacíos provocándonos estrés, ansiedad, insomnio y miedo, entre otras cosas. Y, finalmente, la tercera razón es que no podemos tampoco recomponernos porque no sabemos qué va a pasar.

Cuando sentimos que no tenemos control, que no podemos rellenar los vacíos de información y además, no podemos predecir de manera alguna lo que vaya a pasar con nosotros en un futuro a medio-largo plazo, lo normal es sentir malestar.

Cuando se habla de «nueva normalidad» se hace como un intento de calmar todo ese malestar. Parece que si volvemos a lo de antes, todo volverá a su cauce y podremos retomar la vida dónde la dejamos parada en marzo de este año. Sin embargo, para muchas personas eso no va a ser tan fácil sólo volviendo a la normalidad. Y no estamos hablando de una o dos personas. Hablamos de muchas. Y no sólo porque hayan sentido soledad o ansiedad, sino porque a lo mejor han perdido a alguien de quien no se han podido despedir o tienen la cabeza a mil por hora porque no han podido dejar de trabajar.

Las consecuencias psicológicas que nos encontramos son:

  • ataques de ansiedad y pánico,
  • altos niveles de estrés,
  • insomnio,
  • irritabilidad,
  • congestión mental,
  • atracones de comida y sustancias,
  • dolor generalizado en todo el cuerpo,
  • abatimiento,
  • dificultad para gestionar emociones como la tristeza y el enfado,
  • depresión,
  • negatividad y desconfianza en uno mismo.

Ahora, el trabajo de los profesionales de la salud como yo es más necesario que nunca, sobre todo si tenemos en cuenta que esta situación aún no ha acabado. Si siempre es necesario cuidar nuestra salud mental, ahora más. Y si te pasa alguna de estas cosas, no dudes en contactar con una psicóloga/o. Dejar que las cosas pasen sin más, no es una buena elección. ¿Hablamos?

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