Estoy leyendo un libro sobre el impacto que tienen nuestra salud mental y emocional en nuestra salud física. Se ha investigado bastante sobre la relación entre nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. En todas ellas, se habla que la relación entre la salud física y la salud psicoemocional es tan importante como para autocrearnos enfermedades (lo que llaman somatizar). Aunque también hay estudios que hablan que incluso nos podemos llegar a crear enfermedades físicas como úlceras, miomas o incluso cáncer.
Hay muchas investigaciones sobre cómo afecta a nuestro cuerpo estar en situaciones y/o emociones intensas durante un tiempo. Básicamente y para no alargarme mucho, la conclusión de todos los estudios siempre es la misma: estar enfadados, estresados, ansiosos, asustados, miedosos, pensando en todo lo horrible de nuestra vida constantemente, etc. hace que nuestro sistema inmunológico pierda eficacia y eficiencia. Lo que significa que somos más propensas a pillar todo tipo de enfermedades, a recuperarnos peor, a estar enfermas durante más tiempo, y a que cojamos una enfermedad tras otra.
Es imposible separar nuestra salud física de nuestra salud psicoemocional. Al hacerlo, asumimos que las enfermedades ocurren porque hemos tenido mala suerte o (peor aún) que nuestro cuerpo es defectuoso. Claro que hay factores genéticos y factores medioambientales para algunas enfermedades, pero ¿por qué hay personas con la misma genética y uno desarrolla un cáncer atroz y otro no? ¿por qué en el mismo ambiente perjudicial, una desarrolla problemas físicos y otra no? Porque nuestro sistema inmune permite la enfermedad o no. Y eso depende de los factores psicoemocionales.
Por experiencia personal y profesional, he observado que al cuerpo le pasan cosas cuando experimentamos determinados pensamientos y emociones. Por ejemplo, cuando nos enfadamos, desprendemos más calor físico, se nos enrojece el rostro y tendemos a subir el tono de voz. Y cuando estamos enfadados con algo o alguien pero lo hemos escondido, suele haber problemas de estómago, intestino y mandíbula. Pueden parecer tonterías, pero no son más que el idioma que usa el cuerpo para «hablarnos».
Se nos ha enseñado que al cuerpo hay que empastillarlo para que funcione correctamente. En el mejor de los casos, que hagamos ejercicio para fortalecernos. Rara vez se nos invita a entrenar nuestra mente y a prestar atención a nuestras emociones. La medicina suele centrarse en los peores casos, ponerse en el peor de los escenarios. Tiene sentido para su profesión, claro. Pero la mayoría de las personas no tenemos graves y raras enfermedades de las que salen en cualquier serie de médicos. La mayoría tenemos problemas normalitos con los que tenemos que aprender a vivir, simplemente. ¡Igual que con nuestra mente y nuestras emociones!
Aprender a vivir con nosotras mismas es fundamental. Y para eso, hay que aprender a vivir con nuestro cuerpo, mente y corazón. ¿Cómo? El cuerpo se cuida haciendo ejercicio y comiendo sano. A la mente se la cuida entrenándola para que use las palabras apropiadas y los pensamientos poderosos que nos hacen sentir bienestar. Y al corazón se le cuida dejándole expresarse pintando, bailando o hablando. Cuando sentimos bienestar porque cuidamos la mente y el corazón, el cuerpo está fuerte. Porque primero está lo que crees, después lo que sientes y por último, lo que haces. Cuando crees y piensas sano, sientes bienestar y actúas sano, tu salud es de titanio.
Cuidarte no es sólo hacer ejercicio y comer sano. Cuidarte tiene que venir de dentro también, de tu cabeza y de tu corazón. ¿Hablamos?